jueves, 26 de mayo de 2016

Kaidan

Suenan las pisadas
al fondo del pasillo.
Lentas, pesadas,
pasos metálicos de pies cansados
y grilletes olvidados.

Suenan tambores tan oscuros
como Dios.
Vibran las paredes con los golpes
que surgen declas profundidades.
Suena ese ritmo lento y deprimente
que nadie ha averiguado de dónde viene.

Suenan susurros débiles y enfermos
que se acurrucan junto a mi oído,
con el tono grave de la poesía
de los muertos.

Suenan crujidos ásperos de huesos y dientes
que se arrastran al otro lado de la puerta,
suena un olfateo húmedo y hambriento bajo la cama.

Ya vuelven.
Y aún no he encontrado la salida.

viernes, 20 de mayo de 2016

Mañana

Si este cielo negro consigue alcanzarte,
nunca verás un nuevo mañana.
Grita,
sangra,
llora,
lucha.
Pero espera un nuevo mañana.
Siempre hay otro mañana.

Alguien gritó en ninguna parte:
"No pierdas la cabeza".
Puedes luchar sin manos y sin piernas,
pero nunca verás un nuevo día
si pierdes la cabeza.
No estás loco,
repítelo.
No puedes estar loco.
No aún.

Los demonios que gobiernan tus noches
se alimentan de tu sangre
a cucharadas espesas.
Se relamen y sonríen desde las sombras,
con esos ojos amarillos que te persiguen
desde el fondo del pasillo.
Tú también los has visto.
Ellos también te han visto a ti.

Abraza la hoja con fuerza.
No importa la herida.
Debes seguir blandiendo esa hoja rota,
nadie te dará nada mejor.
Llegaste al infierno sin ropa,
empuñando un trozo de hierro mal afilado
y un alma vacía.
"No pierdas la cabeza".
Debes ver un nuevo mañana.

No recuerdas el color de tu piel debajo de tantas cicatrices.
El peso del remordimiento se clava como una espina entre los ojos:
"te mereces todas y cada una de ellas".
Tu infierno está construido con errores,
con fallos a los que los dioses se agarraron para trepar desde las profundidades.
Diste vida a criaturas que surgieron de un abismo tan antiguo como el hombre.
Y escalan lentamente, pacientes, los muros que vas levantando a tu alrededor.
Cuando lleguen a lo más alto,
estarás solo junto a ellos.
Una eternidad en la parte más alta
de una torre tan elevada
que ni siquiera la esperanza puede escucharte gritar.
Acompañado de los dioses de la Nada.
Encadenado a Todo.

Hijo del fracaso,
sigue blandiendo tu espada.
Enfurécete como se enfurecen los monstruos.
Mantente firme,
aliméntate de esa ira que detiene el mundo.
Rostros de tez cálida, pieles pálidas,
miradas áridas,
saliva que se seca en la comisura de esas sonrisas falsas que decoran tu escenario.
No mires.
Sigue blandiendo tu espada.
Aun arrojado al Abismo,
aun despojado de tus sentidos,
abraza tu espada.
"No pierdas la cabeza",
dijeron.
¿Qué sabían ellos de tristeza?

Si este cielo negro consigue alcanzarte,
nunca verás los cerezos de su espalda.
Grita,
sangra,
llora,
lucha.
Pero espera un nuevo mañana.

Siempre hay otro mañana.