Un río.
Una piedra.
Un pez.
La piedra aplasta el pez.
El río, muerto, lleva el pez.
El pez, en el río y en la piedra.
El pez deja,
por una vez,
de ser un pez.
El río, vivo, lleva al pez.
La piedra cae al fondo,
pierde su propósito,
permanece en el olvido,
se desgasta,
se convierte
en arena.
Deja de ser una piedra.
Y un día,
el pez,
besa a la piedra.
Le susurra:
"Tuyo es
todo lo que es mío".
La piedra y el pez.
Y el río deja
de ser río.