lunes, 31 de enero de 2022

Tormenta y terror

Camino a ciegas
por galerías frías
cosechando piedras
sembradas en la tormenta,
con las que construir un altar,
con las que levantar una catedral
en la cima de la montaña.

Solo tengo el negro rocío
que inunda esta cavidad de mi pecho,
el eco de las gotas entre mis costillas,
calmando la sed de una corona de espinas
que rodea mi corazón
y lo protege
de la primavera
y su brisa.

Conozco todas las Líneas,
y ningún camino.

Un paso detrás del otro,
como los muertos y sus cacerías.
Una piedra sobre la otra,
como los vivos y sus fosas.
Un pensamiento debajo de otro,
como los niños,
como la infancia que muere en silencio
con la luz del relámpago,
que exhala su aliento
con el rumor del trueno.

Camino en silencio y a ciegas
esquivando las procesiones
de cuerpos y rostros
que surgen en la niebla.
Sigo las Líneas
con la fe que nunca he tenido,
con la esperanza de encontrar
un camino.

Pero a veces,
se escapa un fantasma.
En la negrura que late,
rozo un recuerdo al pasar;
y el terror comienza.
 
El impulso eléctrico
de todas las cosas vivas,
el viento helado
que llena las venas
de todas las cosas muertas,
el rayo que no cesa,
la sangre que brama,
el grito del tiempo,
el maullido de Dios,
me golpean con la fuerza del océano,
me sacuden y me arrastran
como un viejo trapo sobre las olas,
me estrello contra los acantilados,
me estremezco como las tensas tripas
del tamborilero
que aúlla en el vacío,
buscando desesperadamente
el eco de una canción
en este cielo de estrellas muertas.

Y cuando el fantasma se marcha,
su tacto desaparece de mi piel,
y vuelvo a quedarme solo.

Permanezco en silencio
en un rincón del laberinto,
cubriéndome la cabeza
con estas manos sin dedos.
Y la tormenta
y su terror,
pasan.

Vuelvo a caminar a ciegas
por estas galerías frías,
cosechando las piedras
sembradas en la tormenta,
que han caído del altar
y ruedan sin destino
sobre la alfombra de escarcha
de mis pestañas.
Vuelvo a empezar de cero
a construir esta maldita catedral
en la cima de la montaña.

Cierro los ojos de nuevo
hasta la próxima tormenta,
hasta el próximo terror.


El único fantasma

que queda

soy yo.

sábado, 29 de enero de 2022

XII

Templa la carne en fuego helado
Sujeta los muros con las manos
Apuntala cada cicatriz
Refuerza cada ventana
Siéntate a oscuras sin decir nada
Deja que el frío y la noche te aplasten
Mide cada respiración
Clava los dedos en la tierra
Cruza las piernas
Cierra los ojos
Tensa los brazos
Aprieta los dientes
Ignora las estrellas
Escucha el aire
que se cuela por estos agujeros
imposibles de tapar.
Reclama el trono en la montaña
que se alza de espaldas a las flores
y no vuelvas a mirar atrás.

Nadie va a venir a buscarte.
Nadie sabe dónde estás.

Es la hora del Lobo.
Ya la conoces.
Deja que entre.
No respires.
Ahora eres el Ahorcado.

Ya no duele.
Ya no sabes.
Ya no puedes.

Es fácil.
Tiene truco.

.

jueves, 27 de enero de 2022

Misa de Medianoche

Hay algo extraño en volver a casa.
Cruzas una puerta y el tiempo se detiene. Eres tú, pero ya no eres . Ya no eres tú, pero nunca has dejado de ser tú. 


Vuelves al comienzo de un camino que ya no es tuyo, porque ahora eres la suma de todos tus pasos. Te devuelven al momento en el que empezó todo, sin la posibilidad de empezarlo todo de nuevo. Toda una biblioteca de información sobre ti mismo con la que cambiar el pasado, pero ningún control sobre ello. Y así, te conviertes en un mosaico de diapositivas inconexas, una triste colección de pétalos secos de flores cuyo nombre no recuerdas, un viaje a ninguna parte de la mano de tu propia sombra. Te conviertes en un álbum de fotos en el que no encuentras tu rostro.

Volver a casa es como mirar dentro de uno mismo. Puedes hacerlo siempre que quieras, pero prefieres no hacerlo. A veces es necesario, pero siempre en los momentos más duros. Hay buenos recuerdos y malos recuerdos. Cosas que no recordabas que tenías y cosas que creías que ya habías tirado. Siempre hay una voz que delata y una mirada que juzga. Siempre hay frío y ruido. Y siempre hay lugares derruidos que necesitan ser reparados. Muros caídos. Suelos agrietados. Escaleras hundidas. Bancos vacíos.

Volver a casa es caminar acariciando paredes con los ojos cerrados. 
Es ver a un fantasma besándote en un viejo espejo. 
Es notar los huecos de las fotografías que ya no están. 
Es caminar hacia la costa y dejar que el frío te abrace.
Es navegar hacia el horizonte y despedirse de cenizas que se hunden en el océano.
Es contemplar donde comenzó todo, en el momento en el que terminó.
Es sentir la nada en los labios, en el cuello, en la espalda.
Es observar los rayos de sol perforando la bruma.
Es respirar sin tomar aire.
Es morir sin estar vivo, es vivir sin saber que has muerto.

Es el espacio entre la paz y el horror.


Yo solo quise cruzar la distancia. Atravesar el abismo que hay entre la persona que era y la persona que fui. Solo quise cruzar esa distancia y decirme a mí mismo que la luz iba ganando. Que el cielo carmesí también era para mí. Que podía ser salvado. Que podía amar y ser amado.

El miedo llegó con la tormenta. Hundió los pasos en el lodo, ahogó las palabras con viento, quebró los grabados de piedra. La noche borró el camino y las manos, empapadas por la lluvia, se agarraron a las raíces para no perderse.

El amor al relámpago.
El miedo al trueno.

"Nos matamos para que no lo hagan otros".

Cuando la tormenta pasó, quedó un cascarón vacío. Un niño pálido y frágil, escondido bajo un escudo en un campo de batalla lejano, con las manos hinchadas y la cara cubierta de barro. Sin saber qué hacer con ese miedo anclado en sus tripas, con el temblor de la ausencia y el odio que viene después, con la oscuridad de la noche sin estrellas, el frío de la cama vacía, el sabor del fracaso, la voz que se ríe en su oído y le promete que el final ya estaba escrito. El miedo lo cambió todo.


Hoy he caminado de vuelta al principio, con la cara limpia, la espalda erguida y las manos vacías. Envuelto en hielo y luto. Sin palabras en la garganta. Con los ojos cerrados y el corazón bajo la lengua.

He caminado por todas mis vidas, pisando sobre mis huellas, reconstruyendo mi escenario. Los viejos lugares parecen extraños y distantes. Los cuerpos ajenos se hacen confusos bajo las sábanas. Las luces del puerto se vuelven frágiles y mentirosas. Los mismos ojos, los mismos sabores, las mismas palabras, el mismo mundo. Y ya nada es lo mismo, pero solo queda adentrarse en el desierto.

Morir es esto. Desaparecer en un viaje químico, liberar todas tus emociones en una última supernova, dejar atrás aquello que pesa y que te hunde en estas aguas. Cerrar los ojos mientras contemplas las olas desgastando la bahía, olvidar el sabor de la piel, ignorar el frío de las lágrimas. Naufragar entre carcajadas. Dormir sin pedir perdón. Flotar en alta mar a la espera de un sol que te borre de esta historia. Pagar tu deuda con el amanecer.


En la oscuridad de esta noche sin estrellas, he encontrado mi reflejo en un pequeño charco, abrazado a una promesa intacta, esperando algo que nunca llega, consumiéndose sobre el agua y la memoria, torturándose en silencio imaginando el cómo y el quién, desvaneciéndose en un eterno grito silencioso contra los cielos.

Le he tendido la mano. Lo he vestido. Lo he abrazado. Lo he llevado de vuelta al principio, y nos hemos sentado en ese banco vacío.

"Descansa. Coge fuerzas. Y no lo olvides. Nacimos para correr".

Y es que hay algo extraño en volver a casa.

Cruzas una puerta y el tiempo se detiene. Eres tú, pero ya no eres . Ya no eres tú, pero nunca has dejado de ser tú. 

Y siempre hay lugares derruidos que necesitan ser reparados. Muros caídos. Suelos agrietados. Escaleras hundidas. Bancos vacíos.

Voces y espadas.
Niños perdidos.
Cartas a casa.

martes, 25 de enero de 2022

Mito

Dentro de este pecho
suena el eco de una canción
que me lleva de la mano
al lugar donde guardo mis restos

Dejo que el frío me envuelva
y contengo la respiración
para escuchar el susurro
de cada uno de mis huesos

Me acuesto junto a ellos,
murmuro una oración,
y abrazo de nuevo esta espada
sobre un lecho de sueños muertos.




Algo late en esta oscuridad.

Mis manos buscan la empuñadura a ciegas.


Hoy,
en esta caverna,
recuerdo quién soy.


Nací para espantar monstruos.

Y en esta oscuridad
late un nido.




Sé quién soy.

lunes, 24 de enero de 2022

Angelus

Me he sentado con el Diablo
en el viejo acantilado.

Me susurra palabras
que se elevan en el aire,
formando recuerdos
entre las nubes;
flotan,
giran despacio
cambiando de forma,
vuelan sobre las rocas
y se posan en el agua
como barcos de papel,
se adentran en el mar
dejando estelas de tinta,
escribiendo canciones
en la espuma
sin mirar atrás.

Llevo días en silencio
con el corazón en la mano,
contando los segundos
en latidos que se apagan
bajo el rumor de las olas.

Cuando el sol se desvanece
solo quedan mi cuerpo y su voz,
que me acompañan en la oscuridad
de esta noche sin luna;
mientras se apaga el mundo
y la tinta se disuelve en el agua,
mis pensamientos se acuestan,
despacio,
en el lecho del oceáno.

Dejo que mis ojos
se pierdan en este horizonte
siguiendo la estela de los barcos,
y sueño que me encuentro
al final de esta canción.

domingo, 23 de enero de 2022

In Memoriam

limpiarse la sangre de la cara
antes de volver a casa

respirar humaredas blancas 
para borrar pensamientos negros

contemplar las fotos de los muertos
sentado en el acantilado

contar los días de tregua
en cicatrices en las manos

romper el espejo del sótano
para cerrarle la puerta al monstruo

caminar al borde del océano
para perder para siempre el miedo

desatar un fuego en la noche
para pedir auxilio en los callejones

recuperar el aliento en ninguna parte
para apagar el ruido y las voces



Repaso con los dedos
los grabados de estas galerías
en el estómago de la montaña
y le pregunto
a la oscuridad
qué pasó
con Él

Si logró salir del laberinto
Si encontró paz en la noche
Si logró dormir sin llorar
Si sintió que merecía el tacto
Si dejó de hacerse daño
Si dejó de hacerles daño
Si fue quien quiso ser
Si recuperó sus manos
Si sació su sed
Si echó de menos el mar
Si venció al frío y la sombra
Si consiguió el coraje de vivir desarmado
Si se permitió amar
Si comprendió el fuego en su pecho
Si encontró su espada y sus huesos

o si encontró su pálido cadáver
flotando en un lecho de loto
descansando
soñando
diciendo
que está tranquilo
ahora que no tiene hogar. 

sábado, 22 de enero de 2022

Temperance

Hay un ángel sentado en mi cama
con la cara sucia
las alas rotas
el vestido rasgado
las manos de plata

Recoge la seda gris que atraviesa
las persianas al llegar la mañana
y teje una sábana de luz fría
que va llenando este túmulo
en silencio
en calma

La tela recorre la habitación
como un tapiz de historias soñadas
con figuras de monstruos y damas
habitaciones abandonadas 
hojas melladas
enigmas
castigos
heridas
batallas

Me dice que no respire
que escuche estos latidos que se apagan
que ponga la mano en mi vientre
"¿Notas cómo da patadas?
Es la ira dormida
que va contigo a donde vayas
Porque esto es lo que eres
Porque eres guerra y nada más
Porque eres todo lo que matas
Y tus latidos se convierten en gritos
Y tu luz es agua helada"

La jaula de carne y odio
que soy
se acurruca bajo las mantas 
sin decir nada

Siente el vacío
con tanta fuerza
que le da vértigo
existir
más allá de esta cama

Y el ángel lo sabe y se acerca
y acaricia su cabello con dedos de plata

"Templanza es la Ciudad de Muertos
y allí viajarás para encontrarla"

La bestia se abraza a sí misma
y pregunta con voz cansada
¿La fe?
¿La vida?
¿La calma?
¿La memoria de esta historia
que me envuelve como tela de araña?

El ángel se acuesta a su lado
le coge la mano
y susurra

"Tu espada
Tu alma".

viernes, 21 de enero de 2022

Abismo

Con una cuerda
de penas trenzadas
baja al abismo
una última vez

Busca la puerta oculta
entre los escombros
y reza en silencio

Es la hora
de invocar al dragón 
y entregar tu corazón
para salvar una historia

Coge esta antorcha
y ten fe
en que la luz aguante
y las tinieblas duerman

Cubre tu rostro
con las cenizas del hogar
y ahuyenta a los monstruos
que todavía te recuerdan

Suelta la espada
y desnúdate en la oscuridad

Nadie te acompañará en este viaje
Nadie escuchará tus gritos
Nadie buscará tus huesos
Nadie cruzará este umbral

Este dolor es solo tuyo
Y los muertos lo guardan


Así está escrito en la montaña.

El niño y el perro

El niño y el perro
pasean por el viejo muelle

No saben nadar
pero les gusta acercarse al borde

Un paso tras otro
Una risa tras otra
Siempre juntos
Separados por una frágil correa
Siempre juntos
El niño
El perro

Corren juntos hacia la tormenta
Persiguiendo el resplandor azul
El estallido en el pecho
La caricia en la piel
El peso en los hombros
La magia del cielo roto
del que hablan las historias
con las que sueñan cada noche

Si la correa resbala
El niño tropieza
El perro se pierde
Los caminos se difuminan
en la noche y la tormenta
Pero el rayo nunca cesa

Pase lo que pase
El rayo nunca cesa

El niño tira del perro 
por miedo
El perro tira del niño 
por hambre
La tormenta ríe
Y el relato siempre es el mismo

Siempre el niño
Siempre el perro
La tormenta
Las historias
La urgencia del abismo
El amor al relámpago
El miedo al trueno

Y el rayo
Que nunca cesa.




miércoles, 19 de enero de 2022

Corre, chico, corre

Solo soy otro niño perdido
Sangre en las manos
Fuego en el pecho
Pena en los ojos
Miedo en la tripa
Prisa en los pies

Nací para correr
Ponerme las zapatillas 
bajo la lluvia
Pisar rápido
Salpicar con fuerza
Dejar atrás las miradas
y el frío
Huir de la carne 
y la victoria
Vivir con prisa
Abrazar la angustia
Escapar de la soledad
en la siguiente curva
pero nunca 
nunca en la anterior

Me dijeron que corriese
Y corrí
Para existir

Juguete roto
Sin saber cuándo parar
Se deslizan las horas entre sus dedos
Pasa la vida entre pastillas y cicatrices
Se caen los minutos
de sus bolsillos
Escapa de sí mismo
por los agujeros

Me dijeron que corriese
Y corrí
Para existir
Para dibujar 
un paisaje entre las llamas
Para dar un giro en el aire
Y estallar
con un suspiro

Solo soy otro crío perdido
Sangre en las manos
Fuego en el pecho
Pena en los ojos
Miedo en la tripa
Prisa en los pies

Nací para correr
Y corrí
Para cruzar la noche
Sin mirar atrás
Sin mirar al frente
Solo el suelo
Siempre el suelo
Con sus grietas y sus figuras
Siempre el suelo
pero
nunca el camino

Quemar el cielo
Llegar más lejos
Morir más cerca
Desaparecer
Fracasar
Querer
Fallar

Pero correr
siempre correr


siempre correr.

Dilema del Erizo

Yo no soy yo para ti

Tú no eres tú para mí

Yo no soy tú para tí

Tú no eres yo para mí

Yo no soy para ti

Tú no eres para mí



Yo no soy

Tú no eres


Pero yo soy

Pero tú eres




¿Yo soy yo?


¿Tú eres tú?

lunes, 17 de enero de 2022

Luna

Me llevo

los recuerdos

de este cráneo

y me deslizo 

hasta el fondo

de mi cueva



Cicatriz

no da de comer



Hay un hueco

entre la paz 

y el horror

entre el vacío 

y la pena

donde dormir

lejos del frío

y de la luz

de una luna

demasiado llena.

El barco

Es todo cuanto tiene.

Las gotas de sudor descienden por sus párpados, los granos de arena se pegan a la carne pálida y cicatrizada. Es el sol más triste de este invierno. Y el desierto no tiene emociones.

Los brazos se resienten con las olas de aire que lamen su cuerpo maltrecho en bocanadas, sobre la proa de un naufragio en ninguna parte. El aire lo rodea como los largos e invisibles dedos de la muerte. Y sus muñecas se aplastan, poco a poco, contra los mástiles que crujen, amenazantes, temblorosos, tan solo sujetos por sus manos ensangrentadas. Los trozos de madera se clavan en sus palmas, rasgan despacio el papel carnoso entre sus dedos, penetran entre las líneas de vida y la sangre se derrama a lo largo de sus blancos brazos. Es lo único que queda en pie del barco.

Ya solo se escucha el rumor de la arena, arañando el casco, reptando entre las astillas, recorriendo las cuerdas deshilachadas que ondean por encima de su cabeza.

Más allá de las dunas, donde el sol se derrite contra la arena, los últimos rayos de la tarde atraviesan el desierto por encima de las huellas desvahídas, hilos de oro que se desvanecen en el aire, como sueños al abrir los ojos.

Es todo cuanto tiene. Un imperio de sal y arena.

Cuando el sol desaparece, la escarcha cubre su piel en silencio. Le susurra con la noche, le arropa con un abrazo final. La piel sangra lentamente sobre el hielo, formando una fina armadura rosada que cristaliza las marcas de su cuerpo, cada historia, cada recuerdo. Los brazos no ceden. Los mástiles aguantan, resbaladizos, quejumbrosos, con las banderas extendidas en la oscuridad, rozándose con una leve caricia que se escucha sobre los crujidos de las astillas y el reptar de la arena sobre la madera.

Es todo cuanto tiene. Un barco en ningún lugar.

domingo, 16 de enero de 2022

Misa de Requiem

El respaldo de la silla se incrusta contra mis costillas, agitándome como un bote de pastillas mientras me deslizo por los pasillos de este laboratorio infestado de cadaverina. 

Dicen que al morir vemos una luz al final del túnel, pero no es cierto. Lo más seguro es que nos veamos en un pasillo de hospital rodeados de paramédicos, médicos-paparazzi, paparazzédicos. Repiten preguntas que no quiero responder.

¿Y te duele?
¿Cuánto?
¿Cuándo empezó?
¿Has tomado algo?

Repiquetean mis ventanas como cuervos lunáticos, obsesionados con encontrar el pan de mi cerebro. Puedo medir las ironías de mi vida en cucharillas de café: acabo de cerrar todas las ventanas, y estos cuervos vestidos de azul y amarillo me sobrevuelan en esta película de Disney, de las malas, de las oscuras, de las que luego se convierten en culto. Taron y el Pulmón Mágico.

"Ansiedad".

Alguien deja caer la palabra y la danza termina. Se cierra el telón, te llevan a la parte de atrás del escenario. Ya no te mueres, solo estás loco. Tu pulmón ya no se está colapsando, solo estás nervioso. La preocupación se convierte en condescendencia, el estrellato se difumina entre fluorescentes pálidos. Ya no quiero jugar contigo. Te quedas tirado con el resto de juguetes, sentado en sillas viejas y sucias, sin caramelos, niños malos, como se os ocurre estar locos.

"Loco".

"Loco" designa una realidad tan concreta como amplia, y es un término constantemente instrumentalizado para avasallar a los demás. Sirve para minimizar tus reacciones, para invalidar tus sentimientos, para controlar tus decisiones, para reprimir tu presencia.

Yo solo quiero dormir, abrazado a una vía analgésica. Soñar con un mar de benzocaína, flotando sobre las nubes de gasa, sumergiéndome en un océano de telas ásperas y comida de plástico.

Si tengo que estar loco, al menos dejadme colocarme.

°°°°°°°°°

El dolor va a más. La mitad de mi lo agradece. Volver a sentir, regresar a las puertas de la muerte. La otra mitad se retuerce sobre la silla de ruedas, ahogando un grito y controlando la sensación de que si toso, voy a explotar en mil pedazos.

Puedo medir la ironía de mi vida en cucharillas de café. La última vez que mi cuerpo decidió partirse en dos, acababan de arrancar mi corazón en dos. Enfrentarse a la muerte no da miedo. Lo terrorífico es situarse al borde de ese abismo sin nadie a quien sujetar la mano, nadie a quien contarle el chiste. "Espérame aquí, que ahora vuelvo y te cuento lo que he visto". Pero vuelves tras contemplar el vacío y no hay nadie a quien contárselo, asi que existes al borde de ese abismo por siempre, silencioso y taciturno, con el corazón descansando entre la paz y el horror.

Así como el hueco en mi pecho se expande, el aire comprime el tamaño de mis órganos. Tal vez por eso me río en silencio, a medida que mi corazón se convierte en un leve sostenido al final de la sinfonía. El silbido de un borracho caminando por el muelle, con las olas de gasolina y espuma lamiendo el hormigón. A más espacio, menos latidos.  La plata líquida entra en mi venas y el invierno se cristaliza bajo la piel de mi brazo.

°°°°°°°°°

Me dicen que no es el viejo aguijón, que queda aire en mi jaula, queda espacio para construir. Pero mis ladrillos están al rojo vivo, y aquí dentro hace demasiado calor. El fuego se propaga buscando una salida, mi cabeza estalla por el dolor, los cuchillos se incrustan en mi pleura, sacan filetes de mi pulmón, se recrean a puñaladas con mis grises tanques de oxígeno. El dolor va a más y más y más y traen ibuprofeno.

Aquiles, cruzando las puertas de Troya, con una corona de Burger King.
Ernesto Guevara, armado con un barco de papel encerado.
Satán, rebelándose contra los cielos empuñándo un envase de Starbucks usado.

Pido mares de paz y horror, de crímenes y castigos, de delirios líquidos que se derramen por mi autopistas, ojos que naveguen por mis venas y me descubran los misterios de este templo plástico e  hidroalcohólico, de este trágico osario de plexiglás en el que una adolescente se lía un cigarro en la esquina de la sala de espera junto a una señora sin pelo, superviviente de la Guerra del Cangrejo, en el que un chico se urga el dolor de muelas a través de la mascarilla como un taladro en la montaña, babeando como un simio en busca de hormigas para la cena.

Esta sala se empequeñece, mi cuerpo tiene frío. El dolor va a más y mis huesos se reducen a la nada. Y los paparazzédicos vuelven a la gran gala, persiguiendo mi cara y mis ojos con preguntas desdeñosas. La ansiedad es mi pastora, nada me falta. Camino por los valles de los pirados y mi cuerpo no recibe golpes ni heridas, existo en la inmortalidad del tarado, el signo divino de Cassandra, la Gran Medalla al Hombre Hueco.

Pero no importa. Sé mi condición de paria, dentro y fuera de este templo. Sé lo que ofrezco y lo que tengo, lo que parezco y lo que no sé presentar sobre el altar. Sé de todos los cuchillos que acarician mis tobillos  cuando intento correr, los punzones cuando intento ver. Las respuestas a los enigmas que yacen sobre lechos de sílice, pétalos moribundos que sobrevuelan un futuro absurdo.

Pero no importa.


"El manto de la noche me esconderá de ellos, con tal de que me quieras que me encuentren aquí. Más vale que acabe mi vida por su odio, que postergar la muerte sin tener tu amor".

Tal vez esto es morir de amor, de sentir sin hacer nada. Tal vez esto es la retribución kármica del caballero, tan necio, tan ciego, para dejar escapar un amor así.

Puedo medir la ironía de mi vida en cucharillas de café. Pero sus cafés siempre fueron mejores que los míos. Mi vida sabe a agua de cañería. Las cucharillas se desparraman a mis pies. Ya no entiendo el chiste en el que me he convertido. Quizá eso es lo que pasa: ya no me queda gracia para soportarme a mi mismo, y el motor se ahoga de camino al desierto.

Me siento solo.
No tengo miedo.
Pero me siento solo.

°°°°°°°°°

Como ejemplo del ultraliberalismo rampante heredado del milagro económico de los 80, la excusa de los fenómenos sísmicos, la curiosidad innata por la innovación weird y la cada vez más opresiva y sobrepoblada circunferencia demográfica nipona, Tokyo cuenta a día de hoy con más de 30.000 hoteles cápsula a lo largo y ancho de su territorio. Puertas Gibson con cierres magnéticos, pase y disfrute dentro de su propio supositorio, disfrute de las ventajas de abrirse la cabeza al despertar de una breve siesta, practique el contorsionismo follando en un tubo de pasta de dientes con una esterilla de yoga que finje ser su nuevo jardín. 

Hoy he entrado en mi primer hotel cápsula. Me han inyectado algo en el brazo, que no he sentido; oculto, tras una puerta invisible en la vía. Con los brazos levantados como el Cristo de la Santa Euforia, he penetrado en el ano de plástico rezándole a mi propio cerebro que me ayude a mantener la cordura en este manicomio de cómic noventero.

Y el contraste ha atravesado mi cuerpo como fuego en la forja, hierro fundido recorriendo cada vena, mil espadas surcando mi carne como tatuajes tribales, una hoguera invisible que me aplasta el vientre y enciende mis testículos como el aliento de un dragón que brota de una letrina. Y el sabor, el yodo, el plástico quemado, el licor viejo instalándose en mis empastes, embadurnando de forma invisible cada uno de mis dientes, mi lengua, mi paladar. El Hotel Cápsula gira y gira, y yo cierro los ojos y me imagino en mi propia nave espacial. Una que me lleve lejos de aquí. Lejos de esta realidad en la que estoy tan solo.

°°°°°°°

Mi pecho es una trinchera. La Última Batalla de Ypres, la zanja en la que moran los muertos, hinchados, flotando en su propia sangre. Un valle de gas mostaza, una arada de carne maltrecha recorrida por raices venosas.

Dos espías coagulados se han infiltrado en los Pulmones, las bases más débiles de la Alianza. Y el flujo de tropas se atasca en las granulosas carreteras bajo mi pecho.

Vuelvo a demostrar mi tesis de inmortalidad, contra todo pronóstico. Y sin embargo, estoy triste.

Mastico comida insípida sobre las telas de mi mortaja. Me prohíben utilizar mis piernas, siquiera para mear. Existo, como años atrás, como un simbionte del organismo de mi cama, fundido con el lino como una vieja momia, contemplando el trono vacío a mi diestra, esperando, esperando una silueta que nunca llega. 

Brotan recuerdos en el fondo de la memoria, de cuerpos abrazados en la oscuridad, sobre una diminuta cama de Cuidados Intensivos. Recuerdos de piernas volando hasta impacientes taxis, de sonrisas cargadas a pulso por una vieja escalera. Brotan recuerdos que me hacen pensar si nada es real en mi mente. Si todo ha sido un sueño. Si la figura que me acecha en sueños solo es un fantasma carmesí de alguien ya asesinado, por la silueta que no reconozco y que vive en los ángulos muertos de mi realidad. El amor no existe en la tabla periódica. El amor no es química. El amor es y no es. Y esto no sé que es, pero sabe a yodo, a ardor en las venas, a Hotel Cápsula, a fuego en las venas, a sentirse solo en una sala de espera rodeado de muertos en vida, congelado bajo una cazadora de cuero colocada sobre los hombros como un viejo capitán que contempla su naufragio. Me han inyectado tantas cosas que no sé si se les ha olvidado inyectarme paz.

Permanezco en un estado de dolorosa lucidez. La vieja crueldad que asoma entre mis costillas se erige, como ya buscaba erigirse sobre la orilla de mi cuerpo. Ritual de paso, hoy muere una bestia que jugó a ser hombre, nace un hombre que quiso ser una bestia. Un lobo soñando que es un hombre, un hombre soñando que es un lobo. Zuangzi se revuelve en su tumba y hace temblar la cordillera. Pero no vencerá.

Esta noche la paso entre los muertos, abrazado a la delicada sensación de aquellos que han sido olvidados. Pero se fragua un abismo en este pecho, él lo sabe, yo lo sé, ellos lo sabrán. Un pozo tan ancho y crudo que los peces brotarán de la tierra nadando contracorriente para tener el honor de morir en este suelo. Este suelo de fuego y sal, que recorre mi éxtasis de arriba a abajo, mi as de picas, mi magnum opus. Gira el volante y adéntrate en el desierto al ritmo de la melancolía y el tedio.

"Te lo ruego: háblame en la lengua de tus propios pensamientos y dale al peor de ellos la peor de tus palabras"

Contemplo el techo borroso, sin lentes, con los gritos agónicos de los muertos al otro lado de la pared. Espero la siguiente dosis de plata líquida, el sueño eterno, el delirio final que me traiga de vuelta a la jaula de huesos a la que se pega mi piel.

"Dudad que las estrellas sean fuego, dudad de que el sol se mueva, dudad de que la verdad sea mentira; pero no dudéis nunca de que os amo".




En algún lugar de la ciudad, alguien lucha contra mi recuerdo.


Qué importa

Soy una llamada perdida 

en un contestador apagado

Garabato en la página

arrancada de un cuaderno

Recuerdo confuso

de un amor de verano

Toalla usada

sobre el suelo de un habitación de hotel

Fantasma recorriendo

su propia casa

Esqueleto

de mi propio armario

Soy la sombra del hombre que era

recortada contra la pared de un trastero

olvidado


Grito en un espacio indefinido

en el que no encuentro

dónde posar la mirada

con la esperanza de ser escuchado 

pero ya no hay nadie


Y nadie me dijo que las cicatrices

más horribles

no eran las que decoraban

esta cárcel de carne

sino las que brillan en las profundidades

de este lago

en el que sueño

con mi cama

Y que si existen los ángeles 

el mío duerme en unacuneta

borracho

y en llamas


Qué importa



Haré estallar el universo

y me buscaré entre los restos

viernes, 14 de enero de 2022

Si te vas

No me empujes

Hace frío

No hay espacio en este pecho

para más sonrisas de plástico



Nunca he creído en nada

hasta conocerte a ti

Y creo

más que nada en el mundo

en tu mirada

En los mundos infinitos 

que brotan de tu pecho

cuando ríes



Ven a mi vera

que hace mucho frío

Cuatro manos

encuentran más que dos

y tu corazón

da más calor que el mío.



jueves, 13 de enero de 2022

Por qué

Porque no creo
en ningún dios
que no la rece
a ella.

Porque solo existo
en el espacio
entre el silencio
y su voz.

Porque sueño.


martes, 11 de enero de 2022

La voz en la espada

Empúñame
bajo la lluvia
y llévame
de vuelta
a casa.

Luna de loto

El cielo era acero
salpicado por las huellas
de las almas que 
en desesperada huida
levantan el vuelo temblorosas
para encontrar su estrella

El suelo era océano
de sangre y alcohol
en eterna furia
desgastando recuerdos
dando forma a guerreros
sin memoria ni color

Mi mirada era traición
delatora en plena tormenta
balconada desnuda
a la que se asoma la tristeza
cuando la ira duerme en su alcoba
sin saber qué soñar



Y llegaste
Diosa de la Luna
a mi acantilado
con la lluvia de abril
a cantar 
tu canción 
en silencio
y acariciarme 
por dentro
con tu aliento 
junto al mío
con tu latido
sobre el mío
en perfecta
sincronía

Contemplábamos 
las olas
arrastrar 
los cuerpos
de nueve 
soles muertos
cubiertos de 
flechas de cerezo

Escuchábamos 
el viento
arrastrar 
las palabras
que nuestros ojos
no necesitaban 



Y mi cielo fue manto de flores
y tu luz se filtró a través de cada pétalo
iluminando el campo de batalla
dándome propósito en la guerra
dándome nombre en la noche
dándome forma en este vacío

Y mi suelo fue hierba
y tus manos hicieron camino bajo mis pies
acariciando mi triste coraza
desatando las correas a besos
desnudándome con los ojos cerrados
con la sonrisa
esa sonrisa
que me acompaña durante la tormenta

Y mi mirada fue vidriera
y tus ojos bucearon en los míos
sirena de mi naufragio
recorriendo cada una de las galerías
acariciando los viejos retratos
abriendo las ventanas
sacando a flote las joyas
y los mapas
convirtiéndote en brújula
Allí donde estés
yo quiero ir



Y cada noche
el conejo de jade
se acerca al estanque
en el que floto
y me susurra la canción
me cuenta la historia
de esta luna de loto
una y otra vez
para grabarla en mis huesos
y encontrarte en la noche
de este beso sin réplica
en el que se ha convertido
mi vida.

lunes, 10 de enero de 2022

Recuerdo. Caricia. Promesa

Dibujo un espejo
en la pared de mi celda
cada noche
y regreso a aquella playa

Las olas
siguen arropando
esta fría piedra
que se mece sobre la arena
como un recuerdo
como una caricia
como una promesa.

El agua y la sal
borran las muescas
y la piedra queda pulida
pálida
triste
como un recuerdo
como una caricia
como una promesa.

No soy yo
pero tal vez lo fui
o quizá lo sigo siendo
No importa

Le declaro la muerte al destino
al eco del tambor
al sueño eterno
Mis manos ya no encuentran más pedazos
pero ya no necesito estrellas
para caminar esta noche.

Brillo como una mañana gris
como un sol muerto
suspendido entre las nubes

Brillo como la lluvia
que desciende del cielo
para enfriar un corazón
a punto de estallar

Ella siempre fue un océano
y yo 
siempre fui una piedra
que se mece sobre la arena
como un recuerdo
como una caricia
como una promesa.


"Navegaría 
hasta el fin del mundo
para encontrarte"

domingo, 9 de enero de 2022

Temet Nosce

Despertó
el Falso Rey
y bloqueó las puertas
para encerrarlos a todos dentro.
Y los cuerpos azules
devoraron a los cuerpos rojos
durante todo un día
hasta que llegó la tormenta.

El Hombre de Sal y Arena me dijo:
"No te conviertas en piedra".

Siguiendo su consejo
intenté 
convertirme en río,
y la corriente arrastró las palabras.

Nigromante
Que vive y muere 
Para hablar consigo mismo
En la oscuridad de este cráneo
Maldito desde el principio
Cállate y escucha.

No hay cicatriz 
ni herida
ni invierno
que pueda ocultar tu corazón.

Hoy he roto tres colgantes
de este joyero
para llevar el cuello desnudo
ante los colmillos del lobo.

"Porque amar es tener miedo",
rezaba la pared del templo.

Nunca más 
volver a las cadenas.

viernes, 7 de enero de 2022

Plegaria

Pedir

en este silencio frío

que me veas

y me des forma

en este vacío.

jueves, 6 de enero de 2022

Oración sonámbula

Y dormir
abrazado a un suspiro
al otro lado de la pared

Y soñar
con cada milímetro de piel
en este recuerdo roto

Y rezar
a una silueta en la puerta
que me diga
que hace demasiado frío
como para que un corazón
sobreviva al invierno

solo.

miércoles, 5 de enero de 2022

Plomo y fracaso

Vendería el mundo entero


a las llamas de la guerra


a cambio de


llevarme a la boca


sus labios


una vez más


y saborear el plomo


y mi fracaso.

martes, 4 de enero de 2022

Bailando con lobos

"Mira abajo",
me dice esta voz que se parece a la mía
pero que ya no recuerdo.

Estoy de pie en la pista de baile,
sobre un charco de sangre
que dibuja formas extrañas
bajo mis zapatillas.

Llega el get down,
y las luces parpadean.
La tormenta de neón
da vueltas alrededor de esta cabeza
que ya no es una cabeza,
sino una cárcel,
la cárcel de carne que me ha acompañado
y que he aprendido a abrazar.

La luz se vuelve fría,
del color de los muertos,
siento los focos sobre mí.
¿Cuándo llegué a este escenario?

"Mira abajo",
me dice esta voz que en algún momento fue la mía,
pero que ya no recuerdo.

El ruido ahogó el disparo,
y la bala me abrió el pecho
como una flor en primavera.
Los químicos que me adormecían,
bajan lentamente por mis costillas,
recorren cada cicatriz y me envuelven,
formando una armadura de benzocaína,
creando unas alas de etanol
que no sirven para volar lejos,
sino para volar bajo,
alas que se desdibujan con los suspiros
que cruzan la habitación.
Las luces se estrellan contra la bola de espejos
y el mundo gira como una discoteca vacía,
a la espera del siguiente ritmo
con el que empezar a mover estos huesos
que contemplan la pista de baile en silencio.

Y en la oscuridad de la sala, 
yace un lobo durmiendo entre altavoces viejos,
mientras las memorias sobrevuelan sus ojos
como hologramas de un futuro que nunca llegó.
Descansa y mantiene el orden
en esta prisión, en esta cárcel,
la cárcel de carne que me ha acompañado
y que he aprendido a comprender.

La luz se vuelve cálida,
del color del fuego,
siento los focos sobre mí.
Este es mi escenario.

"Mira abajo",
me dice esta voz que es la mía,
pero que me envuelve como una vieja melodía.

Siento como late
una nueva canción,
pero no comprendo su ritmo.
Y el lobo despierta con el beat,
lame esta herida inesperada,
abre mi cabeza con cariño
y se pasea
por las galerías polvorientas
de paredes cubiertas
de identidades rotas,
de ventanas con barrotes cortados,
de puertas con cadenas oxidadas,
donde los cuerpos bailaron abrazados
al son del viento que mecía las cortinas,
donde las drogas inundaron los pasillos
y llenaron de silencio cada pabellón.

Si esto es dolor,
quiero vivir en él.

"Mira abajo",
me digo a mí mismo.

Baila una vez más.