Trazo la línea de salida en la ventana
porque no encuentro la puerta
de este infierno
en el que no recuerdo haber entrado
No sabía que el verano
pudiese ser tan frío
y en este pecho
ya no late una canción.
/
Trazo la línea de salida en la ventana
porque no encuentro la puerta
de este infierno
en el que no recuerdo haber entrado
No sabía que el verano
pudiese ser tan frío
y en este pecho
ya no late una canción.
/
A veces, siento que me deslizo por una tubería húmeda,
sin nada a lo que agarrarme,
sin nadie a quien pedir ayuda.
Noto cómo mis manos se deshacen en sangre mientras bajo,
el aire se convierte en una mano que asfixia,
y la oscuridad me envuelve como el mar
durante una noche de verano:
negro, cálido, cruel.
A veces, siento que nada de lo que he hecho merece la pena.
Que cada paso ha sido en la dirección contraria,
que me quedé sin gasolina antes de empezar la carrera
y que ya no hay nadie más en la autopista.
Que quien está, está por tristeza,
por la dolorosa inercia de un mundo constante
y la terrorífica pregunta de todas sus variables.
Que ya no queda nada de mí,
debajo de todos los adornos,
debajo de todas las letras.
A veces, siento que no soy nadie.
Que ya no importa,
ni importo, ni han importado
todas esas cosas
que siguen doliendo
cuando se apaga la luz.
Y otras veces, hay tormenta;
y a pesar del miedo y la costumbre,
todo desaparece
entre la luz y el agua.
Hoy he comprendido
que no hay nada más bonito
que un gato
mirando la lluvia,
a través de una ventana.