martes, 15 de junio de 2021

Tormenta

A veces, siento que me deslizo por una tubería húmeda,

sin nada a lo que agarrarme,

sin nadie a quien pedir ayuda.

Noto cómo mis manos se deshacen en sangre mientras bajo,

el aire se convierte en una mano que asfixia,

y la oscuridad me envuelve como el mar

durante una noche de verano:

negro, cálido, cruel.


A veces, siento que nada de lo que he hecho merece la pena.

Que cada paso ha sido en la dirección contraria,

que me quedé sin gasolina antes de empezar la carrera

y que ya no hay nadie más en la autopista.

Que quien está, está por tristeza,

por la dolorosa inercia de un mundo constante

y la terrorífica pregunta de todas sus variables.

Que ya no queda nada de mí,

debajo de todos los adornos,

debajo de todas las letras.


A veces, siento que no soy nadie.

Que ya no importa,

ni importo, ni han importado

todas esas cosas

que siguen doliendo

cuando se apaga la luz.



Y otras veces, hay tormenta;

y a pesar del miedo y la costumbre,

todo desaparece

entre la luz y el agua.


Hoy he comprendido

que no hay nada más bonito 

que un gato

mirando la lluvia,

a través de una ventana.

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