lunes, 2 de mayo de 2022

Skarl

tengo una súplica grabada en el pecho

no es una orden
ni un recordatorio
es un lamento.

pide lo imposible cuando menos puedo
pide lo insoportable cuando menos quiero

es una oración de carbono incrustada en la clavícula
un himno sin sentido
que retumba con violencia
sobre mis células
como el tambor de un Dios idiota

hace eco en este pecho hueco
en estas frías membranas 
que recubren mis mentiras
cada vez que el alma duele
echando de menos
el yunque

y su ruido

¿y si desobedecí demasiado pronto?

si la súplica perdió su sentido
desde el primer momento,
mientras sujetaba las cuerdas
y los papeles arrugados
de sueños pasados
que murieron
por capítulos
en la autobiografía de un suicida

primero una caja y un cerrojo
en el fondo de un desván
después una habitación al otro lado de la casa
después un tumor 
en el fondo de un cráneo
después mirarse las manos

Siempre mirarse las manos

¿y si desobedecí demasiado pronto?

¿y si no es mi suerte
sino la venganza de mi reflejo
la crueldad de dedos limpios
que ya no sangran
como sangraban
y ahora retuercen las heridas que quedan
al final de cada melodía inacabada?

Y si no es mi muerte
sino la sangre estancada de mis sueños
que se aplasta contra cavidades mudas
que nunca he visto
añorando luces
en lugares oscuros
en los que tropezarse
a propósito
era un grito
de auxilio

ya no sé si grito a estos lápices
que ya no escriben
o a tus manos
que ya no me siguen

es más fácil quedarse dentro
en la cara oculta de esta luna
que no cambia de fase
donde nadie me escucha
donde nada me alumbra

pero estos compases se hacen extraños
sin un ritmo que marque cada paso

he escuchado cada canción
y ninguna nota
me ha susurrado
dónde duermes

Ni siquiera sé dónde está tu tumba.

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