buscando un poco de calor
bajo una manta
de silencios rotos
somos.
Y hemos sido siempre
sin saberlo
al otro lado de la calle
caminando sobre las huellas
y los cristales rotos
de otras historias
demasiado grandes
para nosotros.
Pasan las horas
y la calle cambia de color
con la melodía de tus cuerdas
que vibran
despacio
siempre despacio
como los latidos
que hacen eco
en una iglesia vacía.
Las canciones
que no suenan
llenan de luz la habitación
y todo lo que hacemos
y no hacemos
se convierte en letra.
Y contemplar(nos) desde el borde del acantilado
Y morder(nos) los huesos que dejaron en el camino
Y quitar(nos) estos collares con cuidado
Y lamer(nos) las heridas que duelen
Y limpiar(nos) las palabras que ahogan
Y encontrar(nos) el brillo en estos ojos
que reflejan
un hogar abandonado.
Y temblar(nos).
Como dos perros callejeros
buscando el calor
bajo una manta
de silencios
somos.
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