Deja que te consuma.
El grito de los azulejos,
la luz azul que cubre las salidas,
los ojos que brotan de la pista de baile,
el desierto de carne y saliva que se extiende
más allá de tus manos.
Deja que te consuma
la nota distorsionada,
el café frío y el reloj parado,
el futuro muerto,
las calles retorcidas
que se cruzan dentro
del costillar de la ballena.
Deja que te consuma
el miedo a no ser nadie,
el pánico a ser alguien,
el odio,
la vida,
el sudor de unas piernas
que corren hacia el abismo
de tu reflejo.
Deja que te consuma
lo que eres,
lo que fuiste,
y lo que nunca llegarás a ser.
Deja que te consuma
todo aquello
que buscas,
todo aquello
de lo que estás en contra.
Deja que te consuma
la selva,
la muerte,
la estrella,
y en el ácido
encontraremos
una nueva forma.
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