lunes, 5 de marzo de 2012

Nothing can be explained.

El agua corre sobre mi espalda. Caliente, despacio. Noto una mano sobre mi hombro, y me giro. Ella también está conmigo. En la ducha. Me sonríe. Cierro el grifo, y salgo de la ducha. Le acerco una toalla. Sus labios se mueven, pero no puedo entenderla con claridad. Hay una música de fondo que no me deja escucharla, está muy alta. De pronto la música cesa repentinamente, abro la puerta del baño y salgo con ella.

Estamos en clase. En la fila de detrás, al fondo. Nos vestimos tranquilamente y nos sentamos en el pupitre. El profesor sigue hablando, dice algo sobre traer unas canciones compuestas a clase. Tenemos que componer una canción en casa y traerla, se trata de un examen. Me fijo bien en el profesor y, aunque a primera vista me parece algo rutinario y corriente, después me sorprendo: se trata de un famoso presentador de la tele, el del concurso que mis abuelos ven habitualmente. Dejo ese tema al margen, y la miro a ella. Parece concentrada en la clase. Cuando la lección termina, nos acercamos al profesor/presentador y nos disculpamos por llegar tarde. No le preocupa. Nos da un sobre con unas partituras. Lo pongo al trasluz, y veo unos cuantos billetes. No sé para qué son, ni siquiera para qué nos lo ha dado. Pero no hago preguntas. No me interesa, simplemente me quedo el dinero.

Salimos de clase y nos dirigimos hacia el coche que nos está esperando. Entro dentro, ella entra detrás de mí. El asiento de atrás es un poco más ancho de lo normal. Ella y yo estamos sentados en el centro, y a en los extremos se sientan dos hombres trajeados. El coche se pone en marcha solo: nadie está conduciendo, y sin embargo el volante se mueve a la perfección, como si un hombre invisible estuviese conduciendo. Pero no me asombro. Es lo normal. Echo una mirada a un lado y a otro, a nuestros acompañantes. Y encuentro algo curioso: son la misma persona. Ambos tipos, son la misma persona. Solo tienen tres diferencias. Tres. El tipo de la izquierda no tiene barba, su pelo es negro, y va trajeado de oscuro, con un traje negro y una camisa granate. El tipo de la derecha es el mismo tipo de la izquierda, pero tiene barba y pelo canoso, y lleva un traje gris, con camisa amarilla y corbata naranja. ¿Corbata naranja y camisa amarilla? ¿Quién llevaría algo así?

El coche se detiene en un polígono industrial. Las furgonetas y los camiones de carga van hacia un lado y a otro, hay que esquivarlos y caminar con cuidado por la carretera. Los almacenes se levantan a un lado y a otro del camino. Estoy rodeado de amigos. Falsos amigos. Viejos amigos. Compañeros. Farsantes. Veo a un antiguo amigo detrás de mí, uno de esos personas que consideraste demasiado simple y transparente como para hacerte ningún daño, y sin embargo se volvió un arma tóxica y mortífera cuando se relacionó con tus peores enemigos. Y sin embargo todo es normal. Es como si de un plumazo, todo hubiese vuelto atrás en el tiempo. Bromeo con él, charlo. Me siento extraño, pero de cualquier forma sigo hablando con él. ¿Por qué no iba a hacerlo? Uno de mis mejores amigos viene corriendo. Trae consigo un montón de hojas. Me las acerca y me pide ayuda desesperadamente. Mientras sigo caminando, las echo un vistazo. Son ejercicios, problemas y actividades en una lengua que no puedo entender. La conozco, pero no puedo entenderla. ¿Por qué no puedo? Antes podía perfectamente, la entendía a la perfección. ¿Es que llevo tanto tiempo sin hablarla? ¿Por qué no entiendo ni una sola palabra? Mi amigo se desespera y me grita, me pide ayuda. No puedo ayudarle. Me dice que debería saberlo, que yo lo sé todo. No aguanto la presión. Me estoy agobiando. Tengo a muchos compañeros a mi alrededor, me siento estúpido. No tengo ni idea de lo que me habla, no tengo ni idea de cómo contestarle. ¿Cómo puedes contestar a algo que no entiendes? ¿Cómo puedes ayudar en algo que no sabes? ¿Cómo recordar algo que se te ha olvidado?

Pero de pronto me paro a pensar. No tengo por qué aguantar esto. Como si se tratase del mando a distancia de un DVD, me concentro con fuerza y hago que todo avance hasta unas horas más tarde. Y allí estoy, con ella. Es un bosque. Se trata de algo así como un acueducto romano, lleno de musgo y raíces. Nosotros estamos caminando junto a él, viéndolo desde abajo. El autobús está arriba. Mi novia y yo nos abrimos paso por el agua, que nos llega hasta el tobillo. Estamos hablando de algo. Vuelvo a escuchar la maldita música de fondo. Cuando la música cesa, ella ya se ha callado. Y de pronto me dice que ella de menos a alguien. Es un hombre. Tengo una extraña sensación: creo que no sé de quien está hablando, y sin embargo me siento terriblemente mal. ¿A ese? ¿Por qué echa de menos a ese gilipollas? ¿Es que ya no me quiere? ¿Le gusta ese tío? ¿Le echa de menos porque ya ha tenido algo con él? ¿Que tiene ese tío que no tenga yo, para que tenga que echarle de menos? Pero... ¿Qué coño estoy diciendo? Si ni siquiera sé de quien está hablando.

Llegamos al autobús. Todo está lleno de gente que grita y se divierte, así que nos sentamos atrás del todo. Discutimos. ¿Por qué discutimos? ¿Qué está pasando? No quiero discutir, no digo nada. Tengo la boca cerrada, pero ella se comporta como si estuviese diciendo barbaridades. Se enfada, se marcha de mi lado. Se sienta una decena de filas más adelante. Me quedo solo, atrás del todo en el autobús. ¿Por qué se ha enfadado? Da igual. No la necesito. Si se enfada, que se enfade. No es mi problema. Puedo estar solo perfectamente, sé cuidar de mí mismo. Ya he estado solo antes.

Pero me paro a pensar. No puedo estar sin ella. Me siento solo. Me siento mal. Se ha enfadado por algo que he dicho o ha hecho, pero ella echa de menos a alguien que no soy yo. Y además está conmigo. ¿Cómo se supone que debo sentirme? No me importa si está enfadada. Iré a buscarla. Me levanto de mi asiento y comienzo a caminar por el pasillo del autobús. Puedo ver su pelo claro, puedo ver la parte de detrás de su cabeza. Camino sujetándome en los asientos. Y de cuando lo hago me doy cuenta de que estamos solos en el autobús. ¿Dónde está toda la gente? ¿A dónde han ido, y cuando?

Sigo yendo hacia ella, el pasillo es más largo de lo que parece. Y entonces se gira. Como si supiese que voy a buscarla. Se gira y me mira a los ojos. Y me sonríe. Una sonrisa franca, blanca, perfecta.

Todo empieza a temblar, mis pies se levantan del suelo. El autobús se ha salido del acueducto, y caemos dando vueltas por el aire. Pero ella no despega su mirada y su sonrisa de mí. Está pegada al asiento. Y sigue sonriendo. Yo doy vueltas por el autobús, estrellándome contra el techo, volviendo al suelo, cayendo contra los asientos a cámara lenta. Todo se mueve tan despacio...pero ella no se mueve.

Dibuja un "te quiero" con sus labios, y es lo último que veo justo antes de que el autobús se estrelle con fuerza contra el fondo del valle.


Y me despierto, envuelto en sudor frío. Miro al techo. Siento una mano que roza mi cuello. Me giro y allí está ella. Aprieto su frente con fuerza contra mi barbilla. Y no retengo la lágrima que cae despacio por mi cara, lenta y cristalina. Esta vez no.

Cierro el grifo, y salgo de la ducha. Y la música vuelve a sonar.

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