lunes, 5 de marzo de 2012

Vosipán

El Vosipán ha vuelto a despertar.
Me he limitado a observarlo, divertido.
Me he limitado a disfrutar de cada paso
que ese monstruo enfurecido ha dado
al salir de su propia tumba.

Primero ha sacado los brazos,
esos tentáculos gigantes que han dado vueltas cual molino
buscando un culpable a quien matar,
alguien a quien reprochar su suerte,
alguien a quien echarle la culpa.

Después ha sacudido su horrible cabeza,
llena de trozos de espejo,
que refleja lo que en realidad no quieres ver,
que deforma la realidad para hacerte feo
frente a esos ojos que crecen en tu cara,
cuando ya no te queda nada en lo que creer.

Por último, ha asomado todo su cuerpo.
Ese cuerpo deforme y mal cosido,
lleno de heridas autoinfligidas,
que despide ese hedor tan nauseabundo
que delata su presencia incluso cuando ya no debería estar ahí.
Incluso cuando nunca lo has olido,
y sin embargo sabes que está podrido.
Incluso cuando nunca has visto al Vosipán,
pero sabes que es un monstruo herido.
Incluso cuando ya lo has matado,
y sin embargo él regresa entre los vivos.

Qué triste eres, Vosipán.
Qué repugnante y solitario.
Estás hecho de cuerpos fétidos que supuran agua sucia,
mal unidos con hilos débiles hechos todos del mismo material.
Ese material que cubre el corazón,
cuando el amor se alimenta del petróleo del fondo de un mar de odio,
cuando las cosas se confunden y el sentido irracional se funde,
pero queremos seguir sintiendo,
queremos ver como el calor se apaga,
como el corcho sehunde,
como el hielo se hace grande e inmenso,
más fuerte frente a la lumbre.

Qué triste eres, Vosipán.
Qué repugnante y solitario.
Siete engranajes siempre oxidados,
caminarás siempre lento y torpe, intentando atrapar tu locura.
Le echarás la culpa a la culpa,
para no enfrentarte a tus errores.
Pero no te enfrentes, no perdones,
quiero que me borres, pero que no olvides.
No necesito subirme más a tus espaldas para surcar este mar de soledad,
no necesito que nades por mí, que cargues conmigo.
No quiero tu falsa ayuda desinteresada.

No quiero recibir otro mordisco,
ni otra embestida descontrolada.
No quiero absolutamente nada,
tan solo quedarme aquí sentado.
A tus espaldas.

Observarte con atención, y reírme de tus desgracias.
Ser cruel como tú lo fuiste conmigo,
y desear que algún día te pudras, como yo me he podrido.
Que caiga una fuerte lluvia
que emborrone todos tus espejos.
Que caigas a lo más profundo,
que te destroces contra las rocas.

Porque no te tenderé más mi mano.
No recibirás mi ayuda, no verás mi saludo.
Pasaré junto a tu cuerpo destrozado y desmembrado,
y escupiré sobre tus costuras.

Y me iré lejos cuando me necesites,
cuando tus brazos salgan del pozo y me llamen,
cuando tu cabeza me llame a gritos,
cuando tus garras me necesiten.
Cuando tu cuerpo entero y tus pedacitos,
se retuerza bajo la lluvia de Enero.
Cuando la última campana suene,
anunciado otro año nuevo,
con su timbre oscuro y de mal fario.

Qué triste eres, Vosipán.
Qué repugnante y solitario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario