sábado, 5 de diciembre de 2015

Oración del nvumbi

Sueño que pienso,
y siempre odié pensar.

No hago otra cosa
durante todo el día.
Por eso lo aborrezco tanto.
No soy capaz de
mantener la mente en blanco
bajo ninguna circunstancia.

Sé pensar, no meditar.
Odio pensar, odio soñar.
Pienso lo que pienso
sobre el hecho de pensar,
y lo odio.

Soy incapaz de detener el proceso.
Ya no veo caras, veo historias,
mentiras, teatro, máscaras, dramas.
Ya no veo palabras,
veo cuchillos, balas, metralla.
No puedo evitarlo.

Me he convertido en un perfecto
monstruo al margen del mundo,
que observa en silencio y piensa.
Solo piensa.
Y odia pensar.

Pienso que sueño,
y odio soñar.

Mis noches son eternas carreras
en una dimensión en la que no existe el tiempo.
Corro perseguido por recuerdos
de dedos largos y afilados.
No sé si tratan de agarrarme,
o si solo me señalan.
Si me señalan para revelar
mi posición a una bestia viscosa
que se esconde en las sombras,
más allá de donde mi vista alcanza.

Con diferentes formas,
diferentes esencias,
diferentes historias...
esto es todo cuanto sueño.
Tinieblas, sótanos, cuevas,
laberintos, cárceles, búnkeres,
habitaciones, celdas,
cajas, tumbas.
Eso es todo cuanto sueño,
y odio soñar.

Pienso y sueño.
Solo la guerra y el bosque
me mantenían en vivo
en algún extraño pasado
que ni siquiera sé si existió.

Pero hace tiempo que no pienso
en pelear.
Hace tiempo que no sueño con el bosque.

Siento que el tiempo no avanza,
que no envejezco.
¿Quizá ya soy viejo?
¿Quizá ya he muerto?

Siento que me atrapa este odio silencioso,
esta apatía furiosa que se come mis tripas
día tras día.
Estos ojos abiertos y esta boca cerrada
que calla y observa el universo.
Estas venas apretadas,
esta sangre en ebullición,
este corazón a punto de estallar,
lleno de ira.
Son los únicos apoyos que tengo aquí dentro,
en mi interior.
En esta realidad de texturas inacabadas,
horizontes de plástico y píxeles rotos.

El apetito de sangre
dio paso
al sueño eterno.
Y odio soñar.

Echo de menos la guerra.
Echo de menos el bosque.

Pienso en el bosque.
Sueño con la guerra.

Y así, lentamente,
me convierto en lo que odio.

1 comentario: