martes, 22 de diciembre de 2015

Reconfiguración.


Tiene un sabor metálico. Como la sangre en la boca después de un golpe. La soledad tiene un sabor metálico.

No estoy diciendo que esté solo. Una persona puede estar rodeada de gente y sentirse minúscula y sola por dentro. No, tampoco me siento minúsculo, ni solo. Simplemente, no me siento. No me siento últimamente.

Siento que no soy yo. Es como si una réplica idéntica a mi se hubiese adueñado de mi cuerpo y mi vida, y me obligase a mirar mientras él trabaja. 

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} / Protocolo 121: beber agua /
} / Protocolo 32: dormir /
} / Protocolo 1423: toser /
} / Protocolo 41: besar/
} / Protocolo 1: analizar /
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No quiero decir que no sienta las cosas que hago últimamente. La verdad es que no sé qué quiero decir.

Siento que cada cierto tiempo, un circuito dentro de mi se rompe y puedo mirarme desde fuera. Puedo no sentir nada. ¿Dejo de sentir porque no quiero sentir, o dejo de sentir porque me sobrecargo al sentir tanto?

Intentar ponerte en orden por dentro. No sé hacia donde lleva el resultado de intentar ponerte en orden a ti mismo. Sé que por primera vez he dado un paso en la dirección correcta. Rebuscar en tu propia programación sin borrar nada en el proceso. Por qué esto está aquí, y qué hago con esto aquí. Esas cosas.

Reflexionar. Ser tú. ¿Dejar de ser yo? No olvidar nunca quién eres, pero olvidar lo que te hace ser lo que no quieres ser. No ser lo que quieres ser, porque entonces todo sería siempre mentira. Ser lo que debes ser, pero no lo que te obligan a ser. 

Ser es difícil. Tanto como querer ser.

Mejor solo querer.

En resumen:

Siento, no puedo evitar sentir demasiado. Eso me asusta, y necesito dejar de sentir durante un tiempo.
Soy consciente del umbral de dolor que puedo soportar. No soy consciente del umbral de dolor que puedo provocar. Es difícil vivir sabiendo que tu sola existencia duele. Pero hacemos lo que podemos con lo que nos dan. Y desde luego, no creo que haya un dios ahí arriba. Quizá ansío que no exista para tener la oportunidad de tener las riendas. Quizá me da pánico pensar por un solo momento que no sea yo quien tiene las riendas. Qué más da. En un caso o en otro, moriré solo. Qué importa si alguien lo supervisa o no.
Es difícil vivir entre luces y sombras, sin saber muy bien qué eres. 
Me gustan los deportes en los que la gente sangra, las películas sin final feliz, la música que me susurra desde dentro.
No me gusta el invierno porque la gente muere y las casas me dan claustrofobia. 
No me gusta el verano porque no soporto el calor y la gente finje ser feliz porque el sol se lo ordena.


No me gustan las personas porque hacen daño cuando no pueden tenerse las unas a las otras.
No me gusta estar solo porque no quiero quedarme a solas conmigo.
No me gusta el pasado porque fui destrozado.
No me gusta el futuro porque voy a destrozarlo.



Me gusta Red.

Eso sí lo sé.

Me gusta Red y todo lo que conlleva.

Al final del día, todo lo que me importa es si ella sigue esperando a la entrada del túnel, lista para entrar en la oscuridad juntos. Pero no sé demostrárselo. Supongo que no estoy programado para eso. Me gustaría decirle que lo intento, pero que no me sale bien. Siempre me sale torcido, desbordado, mal, del revés. Se me da mal no sentirme miserable. Vete a saber por qué. Pero no te vayas lejos.

La soledad tiene un sabor metálico. Como la sangre en la boca después de un golpe. 

Creo. 

Ya apenas me acuerdo.






"¿Crees que hay alguien más aquí? Aparte de mí, no he visto a nadie. Pero cuando miro hacia arriba, donde debería estar el cielo... te veo a ti. Y sé... que puedes oírme"

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