jueves, 7 de abril de 2022

Morgana

Dime, Morgana:
¿ha llegado la noche?

Ya no siento mis ojos en las cuencas,
solo la nieve entrando en mi cabeza,
el invierno y su olor a quemado.

He corrido para que mi sangre no espese,
que mis huesos sigan en su sitio.
He corrido contra el dragón mil veces,
empuñando un arma rota,
patético intento de héroe mal dibujado.

He corrido hasta romper el espejo
y soltar las cadenas que sujetan
los gritos y las colinas,
para desplomarme en la orilla del lago
y dejar que otros terminen la historia.

Dime, Morgana:
¿qué tal lo he hecho?
Ya no recuerdo el sabor de la comida,
ni el tacto del verano.
Tampoco mis versos,
mi corona,
mis melodías,
mis sueños.
Dicen que ya no escribo,
que ya no siento,
que me he vuelto de piedra
y que hace tiempo que no me observo,
que no lo entiendo.
¿Ya estoy muerto?
¿Este cuerpo que me encarcela
no es más que
un castillo abandonado,
una reliquia de otro tiempo,
saqueada y mancillada,
sin tapices en sus muros,
sin fantasmas,
sin jardines,
sin aposentos?

He corrido
lo más rápido que he podido
para llegar cuanto antes
al final de un cuento
que ya nadie escribía.
No hay dragón,
no hay rey,
no hay montaña.
Solo hay un valle de ceniza
en mi lengua,
unos pulmones perforados,
un pantano de escarcha,
un relato emborronado.
Solo hay un fracaso tras otro
sobre el mapa,
un tesoro vacío
que nadie guarda.
Y las horas pasan sin música,
y la espada se oxida sobre la hierba,
y las leyendas se mueren,
y mi voz se marcha.
Me muero despacio,
como las luces al otro lado del mar,
y el frío me sirve de mortaja
mientras mi corazón se apaga.

Pero

siento.

Mi locura
se enciende
como una
pequeña brasa
en el fondo
de la hoguera,
y vuelve
el fuego.

Escucho tu voz junto a mi cuerpo
sentada en la orilla de este lago,
y mi sombra regresa
para servirte de asiento.

Y me dices que duerma,
que todo va bien.
Me dices que tenemos tiempo,
que la guerra ha terminado.


Dime, Morgana:
¿qué tal lo he hecho?

El día se acaba,
y no quiero seguir corriendo.

Estoy cansado.

No me queda más aliento
que los besos que me prestas

soy todo aquello que no te digo
cada vez que nos miramos.

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