miércoles, 11 de diciembre de 2013

Fragmentos.

Recuerdo cada instante en el que pasabas a lo lejos. Recuerdo verte ondear el fuego al mirar detrás de ti. Recuerdo mis pìernas flaquear, recuerdo mis manos no poder cerrarse. Recuerdo sentirme insignificante y estúpido si me preguntabas por algo, recuerdo sonreír si de forma tonta y despreocupada me hablabas de ti. Recuerdo encerrarme en el infierno y echarte a los perros si me preguntabas por mi. Recuerdo el "qué te has creído" que sonaba en mi cabeza cuando te imaginaba conmigo.


Recuerdo el juego de escalada en el que nos trepamos el uno al otro, intentando dejar atrás la muralla para ver que había al otro lado. Recuerdo subir antes, memorizar todo lo que vi tras tu muro, y tirarme de cabeza para llegar a tiempo a mi muralla y levantar un par de metros más. Hacer trampas, lo llaman... hasta entonces no sabía que se podía morir de culpabilidad por tratar de ser un completo extraño. Recuerdo tu sonrisa triste de "no pasa nada", al ver que por mucho que llamases a la puerta, nadie iba a abrirte.

Recuerdo no saber si todo aquello era posible. Recuerdo el deber, el honor, el no poder, el tener que estar lejos, el sentirse viejo, el quedarse aparte para que las hienas tuviesen su festín. Recuerdo verte de lejos herida, arrastrándote y sonriente, con mil cadenas y mil toneladas a la espalda. Recuerdo romperme las manos contra las paredes para despertarme a mí mismo. Recuerdo las batallas nocturnas dentro de mi cabeza, las botellas vacías, la sangre en la pared y el vómito en el sótano, recuerdo mis manos estrangulando sentimientos, arrancando costras y echando sal. Recuerdo la locura, cariño. Eso sí que lo recuerdo perfectamente. Recuerdo el dolor.

Recuerdo los tropiezos. Recuerdo las caídas. Recuerdo el no recordar mi nombre. Recuerdo el olvido. Recuerdo las voces dentro de mi cabeza intentando levantarme, ayudarme. Recuerdo dejarme llevar por el infierno.

Hoy, recuerdo más cosas. Porque abriste la puerta.

Recuerdo tus manos entre las sábanas. Recuerdo tu rostro envuelto en fuego, sonriendo a lo lejos en una estación de despedidas, o de bienvenidas. Recuerdo tu espalda dibujada, reflejando la luz del alba. Recuerdo tus labios cuando llegas a casa. Te recuerdo cada vez que el frío atenaza mi yo interior. Recuerdo cada instante contigo para multiplicarlo por todo. Recuerdo aquella cama estrecha, recuerdo aquella habitación ajena, recuerdo aquel huerto, aquel autobús, aquella lejana habitación de hotel, y la otra, y la otra, y todos los senderos lejanos y extraños, y cada momento de dolor y de pena y de rabia y de cariño y de vida, y recuerdo cada beso, cada beso en la boca, en la frente o allí donde los ojos no llegan. Recuerdo todo lo que me ha dado la vida y me ha enseñado a respirar.
Recuerdo todo porque es la manera de recordarme a mi mismo, cada día, cada segundo, que contigo empecé a ser humano.

Dicen que si crees en algo con la suficiente fuerza, puede llegar a cumplirse.


Un día quise no sentir dolor, y no ocurrió nada.
Otro día quise curarme de mi locura, y todo siguió igual.
Un día deseé no estar solo.

El resto ya lo sabes.

1 comentario:

  1. http://thedreamofthedragonfly.blogspot.com.es/2013/12/a-traves-de-la-piel.html

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