viernes, 26 de abril de 2013

On the road.

La noche cayó sobre el yermo.

Apenas unas pocas farolas aisladas, en la oscuridad, se erigían como seres de ultratumba hacia el cielo, alumbrando el suelo resquebrajado, seco y pedregoso. La alfombra de piedras y escombros que presentaba el lugar era un panorama desolador.

Bajo las estrellas y las escasas nubes que atravesaban el cielo como cicatrices, una figura caminaba lentamente entre las ruinas. El humo de un cigarro arrugado y su luz anaranjada rodeaban un cansado rostro, de mirada fría y fija en el horizonte. Las cenizas que caían lentamente el cielo se posaban en su pelo enmarañado y su barba. Las cicatrices brillaban con la luz de la luna, y la sucia y rota cazadora de cuero resplandecía a cada movimiento. Caminaba golpeando las piedras a cada paso, distraído.

Se escuchó una fuerte explosión a lo lejos, y una ola de aire caliente levantó el polvo en la noche.

Lobo se giró, y observó el enorme hongo nuclear que se alzaba tras él, en el horizonte.

Dio una calada, sin inmutarse.

Y siguió caminando.

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