jueves, 8 de agosto de 2013

Cloto.

Toda mi vida he bailado con los muertos.
He bajado a mi infierno mil y una veces a buscar razones, a buscar motivos y explicaciones a mis heridas. Lo triste de que un niño de 7 años ya siente que no encaja en ninguna parte no es que no encaje, sino que nadie le explique el por qué. El océano de la incertidumbre es lo que mata las sonrisas cuando se tiene el potencial de sacarlas.


He entrado en el inframundo por condena propia, con los gritos y los reproches taladrando mis oídos desde el origen de los tiempos. He vivido en el Hades, para sentir el calor en las noches más frías. Y allí no he podido hacer otra cosa que matar el tiempo. He empujado la roca una y otra vez. He bebido del Estigia. Me he sentido impotente, pequeño, roto, vacío entre los cadáveres. Incluso sabiendo que solo eran cadáveres, mi cuerpo no era mejor que el suyo, aun vivo. Me he sentido patético frente a sacos de huesos, cubiertos de mierda y moscas, que me miraban con recelo y con burla desde sus cuencas vacías.


Logré como pude salir del Naraka. Salí como pude de mi propia oscuridad. He huido a golpe de puño y a grito de guerra. Ninguna mano logró encerrarme entre los esqueletos, ningún ser pudo encarcelarme en la oscuridad. Con las prisas dejé pedazos de mi... habrá que regresar a buscarlos, poco a poco y con tiempo. Pero he logrado salir. Mi alma ya no le pertenece al Demonio de las Tres Notas. Mi alma ya no está enjaulada.


Mi premio ha sido conocer el hogar que nunca tuve. La incertidumbre se burla de mi, haciéndome preguntar cómo puede echarse de menos lo que jamás has tenido.


He conocido mi mundo, y no pertenezco a él.
He conocido un refugio demasiado puro incluso para un ser como yo.
He encontrado un lugar tan virgen de humanidad, que con mi sola presencia me daba la sensación de estar mancillándolo.




Cloto, qué he hecho para que me hagas sufrir la peor de las condenas. Tejiendo este infierno, esta hebra de la vida que no encaja en ninguna prenda, esta hebra que no va pareja con ninguna otra, esta hebra sola y deshilachada, sucia, semirrota, que nunca termina de romperse.


Pero yo también sé tejer, engendro.
Y tejeré mi propia historia.
Del color que elija, flexible.
Válida.
Útil.


Mañana será otro día.
Otro día en el infierno.
Pero al menos sé que Átropos se ha tomado el día libre.


Siempre hay tiempo de levantarse,
y siempre aparece una razón.












"Si nada nos salva de la muerte, que al menos el amor nos salve de la vida".

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