Las balas más brillantes llevarán nuestros nombres,
el mío en la tuya,
el tuyo en la mía.
El resto llenarán los cargadores,
y los puntos de mira se dirigirán al horizonte.
Aqui parados,
firmes,
temblando,
en medio de un sendero polvoriento,
esperando ver a lo lejos algún enemigo,
alguna luz roja o azul,
alguna cara desgraciadamente conocida.
Pero no más angustia.
Ponte el cinturón.
Nos vamos de aquí.
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